En 1900 Taylor, al igual que Fayol, al
visualizar a la empresa como un todo pensaron que las funciones del
administrador podrían ser más efectivas si eran llevadas a cabo en forma
separada, pero interdependientemente, es decir: Planeación, Organización,
Dirección y Control tras una meta común, interactuando cada una de ellas.
A partir de la planeación nos
cuestionamos: ¿Qué se va a hacer? ¿Cómo se va a hacer?, ¿Cuándo se va a hacer?,
¿Quién lo va a hacer? Y se da respuesta a cada uno de esos planteamientos.
Mediante la etapa de la organización
todos los recursos de la empresa (humanos, técnicos, materiales) son
coordinados de tal manera que contribuyan al logro de metas y objetivos.
La dirección es la función que permite
al administrador: guiar, comunicar, y lograr que las personas actúen de la
manera adecuada para contribuir a que las metas organizacionales se alcancen,
es la tercera etapa del proceso administrativo y marca el inicio de la fase
dinámica del proceso donde se comienza a realizar la ejecución.
Y por último, el control es la etapa
del proceso administrativo que nos ayuda a saber si lo planeado realmente se está
llevando a cabo.
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